17.1.08

Pedazo de vidrio

Como gata alucinada por mis propios delirios, avanzo en medio de un tejado que tiene trizas, cuidándome de poner mis patas traseras donde corresponden, manteniendo mi cola en alto y la cabeza semirecostada en mis patas delanteras, con la cabeza en medio, mis ojos entrecerrados y avanzando lentamente, casi sin moverme, con un ritmo desapercibido que nunca desaparece. Controlándolo todo, casi aparentemente, con el pulso a medias, casi sin respirar, conteniendo el aliento, casi sin que me vean. Desaparecida, invisible, sin tensión, sin testigos. Una gata invisible, que se siente de color violeta, con ojos amarillos que resplandecen tanto de día como de noche. Más en la noche, porque de día es más fácil que nadie te vea caminando entre la muchedumbre. Que nadie te sienta, que sólo se perciba el aliento de un aire caliente en la espalda. En la zona entre el cuello y el comienzo de la columna.
Me sorprendiste. Eres alguien que conozco muy poco, que he visto muy pocas veces, pero el destino nos ha juntado un par de ellas. Eres un perfecto desconocido que me trastorna. Ayer, en el metro, en la estación Escuela Militar, me volví a encontrar contigo, ibas con una polera verde, hablando por celular. Con lentes oscuros, igual que yo. Raro, porque no esperaba que me pasaran cosas. Quería que me saludaras. Yo no quise hacerlo, iba pensando en todo lo que me quedaba por hacer, entre ellas el llegar luego a la estación Pajaritos.
Cuando hablabas por teléfono me hice la tonta, aunque sabía que me habías visto. Me miraste, te ignoré. Le dijiste a la persona con la que hablabas que ibas en Tobalaba, lo que era cierto. Te pusiste a mi lado, yo observaba la gente en el metro que se acumulaba más y más. Sacaste los audífonos de tu bolso y los conectaste al celular. No sabía donde mirar. Escuchabas música y saqué mi texto de teatro para repasarlo. "Repasarlo" debería decir.
Te acercaste. Estabas al lado mío. Me doy vuelta hacia el lado contrario y exhalas aire tibio sobre mi cuello. Algo me pasó. Apretaste tu cuerpo contra el mío, leíste lo que estaba leyendo. Continué ignorándote.
Te bajaste en Metro Baquedano y yo me quedé ahí, adentro del vagón, esperando que las puertas se cerraran. Me dí vuelta, ya no estabas. Me pasan cosas raras, y encima con un extraño.
¿Sabes quién soy? Una gata ahogada en un mar de gente.

1 comentario:

Gonzaloieb dijo...

Sólo falta que ese alguien lea este texto ¿es posible?

Cambie mi dirección, es decir la tecnologóa lo hizo, as´qeu ahora es gonzaloieb.blogspot.com

Un gusto pasar por acá