25.12.10

2010

Falta poco para que se acabe el año. Demasiado poco diría yo. Los días se han transformado en horas y lo único que quiero es que llegue el 2011 absolutamente convencida que es el año de la mutación trascendental. La mutación de todo, por dentro y por fuera. 2011 es el año de los cambios, pero no sólo dentro de lo que sucede, sino dentro de lo que pasa en la célula. La célula interna, que está dentro de uno. Más directamente dentro del ADN y cómo ese ADN muta dentro de tí para darte otra vida, dentro de la misma que tienes. Otra vida dentro de la misma que tengo. Una vida ligada al Universo y al Infinito. Una vida profunda dentro de las cosas simples. Una vida en conciencia y con alta frecuencia. En estos días, despertar es como salir del freezer, sentir el frío a flor de piel a pesar de estar tapada con un plumón de plumas de ganso. Y eso, es por el cambio de frecuencia. Pese a todo, este ha sido un buen año, donde reafirmo mi amor por el teatro, donde reafirmo mi convicción de ser un gato cósmico, con poder felino universal. Donde reafirmo mi pertenencia al Todo y al Uno. Donde reconozco que a veces soy extraña en un mundo normal, pero aún así estoy rodeada de gente que me quiere. Y nada muere, todo transmuta y evoluciona en miras a Uno, que está en el Todo.
Para el 2011 pido lo que todos piden, tener lucas, tener amor, tener salud y etcéteras; pero sobre todo, que se abran los caminos, que se abran todas las puertas porque ahora puedo sacar un pie afuera y correr al Infinito (o mejor volar, con alas enormes e invisibles)

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