19.12.09

Catarsis

Estoy en mi casa, sentada en la mesa del comedor, frente a mi kultrún y mi vela color índigo. Pido la presencia poderosa de la machi, que silencie mis ojos para que dejen de llorar. Hoy, después que él se fue, traté de dormir y fue imposible. Luego, me levanté a duras penas, preparé para comer una mezcla de vienesas, queso, tomate y champiñones. La comí de a poco, sin ánimos. Tenía hambre, pero me sentía vacía. Le escribí una carta que le mandaré por correo convencional. La leí un par de veces. Lágrimas y más lágrimas. Pensé que sería mucho, pero mi sentimiento por él tiene una explicación que no es de esta vida. Después me fui a acostar de nuevo. Tuve pesadillas. A continuación desperté y me puse a ordenar: hice la cama, boté la basura, lavé la loza del almuerzo, me hice un café cargadísimo y lavé ropa de la semana a mano, con jabón líquido olor chocolate, lavando como limpiando mi corazón. Lavando a mano, que me costara, que el olor se impregnara como al mismo tiempo se iba lavando mi corazón. Cerrando heridas. Me cuesta cerrar esas heridas. Mucho. No importa. Se puede. Siempre he pensado que las mujeres tienen más capacidad de resistencia al dolor por su poder de parir. De abrirse para dar paso a un nuevo ser. De abrirse para morir y volver a nacer. Eso es lo que estoy haciendo ahora. Estoy en pleno proceso de postparto. Siento la presencia de la machi. Ella me cuida. Mi machi. Mi abuela ayahuasca. Ella me está limpiando a través de estas palabras. Y la siento. Positivamente. Fuertemente. Power. Después salí, quería ir a ver una obra de teatro de unos amigos. Tacos, gente, caos, mucha gente. Unas tras otras. Por algo pasan las cosas. Mañana es la última función. Siento que tengo que estar ahí. Voy a estar ahí. No sé si salga ahora. Estoy esperando que me avisen. Lo más probable es que salga. Me gusta la noche. Hoy es mejor la noche que el día. Tomarme un trago, conversar de cosas banales menos esto. Lo necesito.

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