14.11.10

Afuera

No hubo sushi. Eso fue lo único que faltó. El resto, fue perfecto. O casi perfecto. No lo digo por el acto en sí, pero algo tuvo que suceder. Era la despedida. Aunque él me dijo que no era así. Sé que más temprano que tarde nos volveremos a ver. ¿Y será lo mismo? No estoy tan segura. Mientras él dice en Facebook que ya forma parte oficial del Club de Casados, yo me pregunto si en algún momento pensó en mí. Yo creo que sí. Como una ráfaga de brisa marina en algún momento se le cruzó por la mente mi imagen en cámara lenta sacudiéndome el pelo y abriéndome de piernas sin calzones para bailar una canción de la película Moulin Rouge. Y estoy segura que en ese preciso momento el tiempo se detuvo y dudó. Creo haber tenido todo el derecho de darle la duda en su mundo perfecto. En su mundo políticamente perfecto, políticamente correcto. Donde tiene hijos, una esposa, familia. Algo adecuado para la realidad social. Está claro que ahí no quepo. Está claro que ahí no tengo nada que hacer. Tampoco quiero eso. Simplemente sus ojos en mí. Esa frase lo dice todo. Sus ojos en mí. Sé que soy la dueña de sus ojos. Son míos y puedo hacer con ellos lo que quiera. Puedo decir lo que quiera, pensar lo que quiera, insinuar lo que quiera. Aún así, sé que hay ciertos espíritus que nos protegen. Algún día entenderá porqué, o espero que lo entienda. Y si aparezco en sus sueños, es porque formo parte de su inconsciente. Pensaba que como buen cibernauta que es, probablemente intentará borrar de su chip los bytes que ocupo en su memoria. Delete. Tal vez le resulte o quizás no. No sé. Pero creo que el cerebro humano es mucho más complicado que eso. Espero que las cosas sucedan, que yo encuentre a alguien, que yo sea feliz, que yo evolucione en la vida, que yo encuentre lo que necesito, que yo sepa que hacer. Eso sí, nada políticamente correcto. Admiro a la Duras y a la Woolf...nada políticamente correcto...
Hace un tiempo tuve dos sueños: uno, en el que él y yo estábamos en el sur de Chile, en un lugar llamado Bahía Minte, tomando té mirando un río caudaloso. Estábamos abrigados, con mucha lana de oveja. Y era todo en paz, todo plácido. Luego, más adelante, tuve otro sueño, en el que pasaron muchas cosas raras y al final, él y yo, comiendo arroz con pollo en una habitación blanca, iluminada, recibiendo el sol de mediodía. Felices. También he soñado con él en la playa, adentro de un ataúd (un significado sexual, ya que el ataúd no es otra cosa que el falo), en una orgía con gente desconocida, en un paseo en un bosque, dentro de una jaula, comiendo fruta en un barco, etcétera. He soñado con él de muchas formas. Es increíble como el deseo se decodifica. Lo nuestro siempre fue perfecto. Por eso no funcionó políticamente correcto socialmente hablando. Pero no importa. Necesitaba desahogarme. Abrirme, decir todo. ¡Qué ganas de besarlo en este momento, de morderlo, como si fuera un fruto prohibido! Pero no, debo evolucionar. Dejar que el tiempo pase. Todo pasará. Y quizás, algún día, si me encuentro con él por la calle, pueda besarlo en la mejilla sin sentirme rara. Abrazarlo. Desearle un buen día y seguir mi camino.
De algo no me olvido: "Cambio todo lo que toco". Espero que leas esto (sé que lo harás) y sentirás una brisa que corre por tu espalda. Es la energía. Energía de dos y eso, no se tiene con cualquiera.

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