
Y cuando te despediste no te diste vuelta a mirarme. Me sentí rara, como si quisiera volver atrás. Eso sí que es imposible. Al menos le doy gracias a Dios y a algún discreto ángel, que se me entregue la posibilidad de volver a vernos. Sé que hay alguien, un pequeño espíritu benévolo, que permite que sigamos así. A pesar de las circunstancias.
Pero no todo puede ser perfecto. Pese a que estabas bien distinto a la última vez. A pesar de los encuentros virtuales. Y de toda esa confianza que tenemos para hablar de cosas oscuras. Y mezquinas. Y secretas. Debo reconocer que tanta confianza me gusta, aunque sé que de eso no podría hablar con otra persona. Al menos no con un atracamante de buenas a primeras.
Espero que pase menos tiempo para vernos la próxima vez. Espero, que nuestros caminos se sigan encontrando para devorar algo tan exquisito como tu cuerpo, esa espalda que me trastorna. Y darte esos besos sorpresivos. Hay tantas cosas que me gustaría hacer contigo, que a veces pienso cómo hacer posible extender las horas mágicamente. Creo que esa sería la solución a los impasses. El tiempo corre, depende de tí y de mí estirarlos como un elástico infinito.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario