
La danza árabe ha desatado en mí la pasión por la danza y el despertar del cuerpo. Por moverse con sensualidad, suavidad y con mensajes pequeños pero directos, especialmente con la fuerza de los ojos y los sentidos, que día tras día permanecen cerrados, pero que al ritmo de la música y los tambores se transforman en ritmos vivos que no tienen otra intención que la de liberar. Las caderas no mienten. Lo he descubierto en estos días y pretendo seguir haciéndolo. El arte corre por mis venas y no voy a renegar de ello. La liberación lleva al descubrimiento sincero de uno mismo y a la integración con otros.
Es una academia que está en el centro. Tiene buenas vibras en todos sus rincones. Hay luz, color y olores a incienso en todas partes. Cuando la música comienza la vibración comienza por los pies esparciéndose en todos los rincones de tu cuerpo. En todos los rincones de tu estructura corporal.
Y eso mismo pasa con el teatro, aunque sus percepciones son más sensibles. El teatro implica movimiento y con ello adaptación a un personaje que vive una historia determinada en un lugar equis. También es transformación, energía y proyección en otras formas de uno mismo. Como transformarse en miles de otros. Y todo por la diosa Lakshmi y la sabiduría de los espíritus que caminan conmigo.
Pedro Celedón lo dijo una vez: "el arte es el reflejo de lo que no existe". Gran cita.
1 comentario:
hola
Te invito a mi blog para que veas algo de arte hecho con la frase "Las caderas no mienten"
Espero te agrade
Alberto Portacio
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