
Insisto, a veces es mejor caminar bajo la lluvia para despejar la cabeza. Y sentirte como una pequeña hormiga, pero no por autoestima, sino porque serías tan ínfima, tan perfectamente invisible a veces, que podrías observar todo sin que nadie se diera cuenta que estás al medio. Y sabrías lo que sucede sin andar averiguando ni imaginando cosas. Me encantaría vivir en otro barrio y que esa persona me tomara de la mano y no me soltara. Que se tirara conmigo en bungee. Que recorriéramos Chile de norte a sur. O por último vivir sola en una playa del Norte, una playa solitaria y un perro enorme que me acompañe donde quiera que fuese. Quizás lo que necesito es decir ciertas cosas. Y lo haré. El problema está en que en decir las cosas no siempre se toman decisiones. Tengo claro que para muchas situaciones no tengo la última palabra. Por eso me gustaría ser una hormiga. Aunque sería veloz, porque si un dedo se acerca arrancaría tan rápido como se pudiese...aunque no demasiado de prisa, más bien recorriendo rincones que nadie conoce.
Mi sexto sentido me dice que mi cerebro es creador e intuitivo. Transformador de la nada. Creador de ideas puras. Revolucionador de la vida. Mi propia vida. Y eso hay que aprovecharlo a todo ritmo. Lo único que me falta es sentir. Nada más que eso. Lo siento, sigo siendo pura piel más que nada. ¿Es un pecado ser tan sensible que capto todo lo que los otros no ven?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario