
La cosa es que mientras le contaba de alguien, tenía que aguantar el hervidero de voces roncas que rugían por todos lados (como con sonido Dolby Sorround), los penales, el gooooooooool que interrumpía un detalle importante de nuestras anécdotas y bueno, que algunos minutos nos sintiéramos observadas por tipos que estaban de pie, impacientes porque se desocupara luego una mesa. Estábamos tomando Coca Cola Light y nos habíamos comido un italiano.
Pero sigo sin comprender. Quizás es como cuando voy a un concierto de Luis Miguel y me derrito porque sale al escenario y grito, me vuelvo una loca. Puede ser lo mismo. Aunque ver un cantante no te hace transformarte en un salvaje, en una hembra primitiva. Creo que hay diferencias y diferencias. Nunca podré entender ese fanatismo por el fútbol. Nunca. Así como ellos no podrán entender porqué una mina puede cambiar tanto al ver a un cantante. Es cosa de sexos creo yo, o bien de perspectivas. Conozco minas que son fanáticas del fútbol, pero yo no soy así, tengo otros fanatismos.
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