
Acá está que llueve y no llueve. El cielo está gris y los copos de nieve se esconden de los humanos. Hay pequeños duendes que se ríen en medio de los árboles blancos. El agua ha derretido la nieve que ha caído y los pies se hunden en una sopa fría y desagradable, que suele mezclarse con barro.
Quiero volver a Santiago. Echo de menos muchas cosas de allí. Y cosa extraña, usted ha aparecido en mis sueños más veces de lo que debiera ser. Lo he sentido cerca. Me ha emocionado saber de su presencia, aunque sea a lo lejos. Me gustaría sentir sus ojos más cerca de mí. Menos mal que los días avanzan rápido.
De repente pienso que los relojes se detienen y luego, pausadamente, vuelven a avanzar para luego parar nuevamente. No importa. Hay relojes que están eternamente pausados. El mío avanza, pero a veces se maldice por no querer recordar mis sueños.
Ahora la vida gira, pero necesito civilización.
Espero volver pronto.
Recuperar la vida que tengo y la que me permite no volverme loca.
Algo de demencia tengo, pero no hay que olvidar que la inteligencia es más fuerte en las neuronas de los locos.
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