
Acabo de ver una obra sobre Camille Claudel. Del amor que lleva a la locura, de su pasión por Rodin y de cómo su forma de amarlo en cierta manera lo llevó ante la autodestrucción. Llegué a sentir la angustia. La torpeza de la tentación y de la pérdida. La redención. El extraviar tu cuerpo y tus sentidos en unas sábanas blancas, que quizá cerca del agua otorgan una inestabilidad que nunca se recupera. Siempre está el miedo de llegar a la locura por amor. Siempre está ese temor. La locura y el sentimiento van de la mano. Lo digo por experiencia. Eso se ve en las obras de Rodin. Y en las de Camille, con más fuerza. No importa la forma, importa lo que la forma quiere decir.
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