
A veces he soñado con una gota de sangre que surge en mi hombro y pequeña baja hasta mi muñeca para luego sentir como gotea desde la punta de mi dedo hasta el suelo. Si pudiera graficar en mi mente el momento en que la gota se desprende de mi piel, se suspende en el aire y luego avanza pausadamente hacia la tierra por el imán de la gravedad, daría miles de esos segundos para sentir la humedad que se desliga de mis células al salir del agua y enfrentar el fresco del aire. Cada organismo vivo tiene la capacidad de sentir, de vivir, de soñar en una que otra esfera. Y así como la sangre y el agua dan vida, el oxígeno es vital para abrir el cerebro y no dejar de soñar, de crear, de pensar con más energía.
Los ojos se me han puesto brillantes. Anoche preparé mi equipaje con energía pese al cansancio, necesitaba una excusa para escapar y en este fin de semana largo es lo mejor. La energía del mar me vivifica, me limpia, me purifica el alma y el cuerpo. La brisa marina es un laberinto agradable de frescura, que al comenzar con el atardecer, un sueño púrpura invade los ojos y sus límites. La vida es sentir. La vida es crear. La vida es todo lo que nace de tí y viene hacia tí.
Por eso necesito libertad. Para sentir el mar. Para proyectarme como persona, para crecer dentro de mí. Vida y energía. Simplemente eso. Un escape vivificante que te lleve al infinito de tu propio ser.